viernes, 6 de mayo de 2011

Textos apócrifos: ¿Machismo aquí? Me temo que se equivoca, mujerzuela.

Noticia del día:

   El golfista Mark Ubbey halla en la ciudad de Alejandría un antiquísimo cofre cuyo contenido, una vez
abierto por especialistas, ha resultado ser una colección de importantes escritos inéditos y traducciones griegas sobre el Génesis Bíblico.

Según palabras del descubridor:
   —Estaba tratando de sacar la bola del bunker que hay en el hoyo 9 cuando sentí una especie de voz dentro de mi cabeza que me decía: "usa un hierro 4, Mark." Tras diecisiete intentos fallidos, topé con algo duro enterrado en la arena, que resultó ser el cofre.

    Analizados y considerados como textos deuterocanónicos de interés según la Santa Iglesia, o como basura inmunda según otras denominaciones cristianas. Al margen de su naturaleza, es mi deber informar al mundo de su hallazgo y de su contenido, que dice así:

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[...]

Era una noche cualquiera, puede ser que fuera jueves, ¿qué más da? pudiera ser que fuera martes. Dios descendió al maravilloso jardín que había creado entre los ríos Tigris y Éufrates, y al divisar entre los helechos a su criatura favorita le llamó.
   —Adán.
   —Umph, umph, umph...
   —¡Adán!
   —Umph, umph, umph...
   —¡ADAAAAN! Deja ya esa cabra muchacho, mira lo que te traigo.


   Era el hombre, la perfecta criatura de Dios, y habitaba aquellos parajes único en su especie imagen y semejanza al Señor. Se apartó entonces Dios a un lado, dejando al descubierto al ser que se escondía tímidamente tras Él, desnudo y un tanto paliducho, de pechos pequeños y gruesa cintura.
   —¿Sabes la costilla que te quité esta mañana? Pues mira, así como quien no quiere la cosa le fui tallando de aquí... y pegando unas mechas de pelo por allá... y en cuestión de una tarde he creado a... La Mujer.
   Adán parecía un poco aturdido, y palpándose con la mano la cavidad que había dejado la costilla ausente en su cuerpo, miraba con desconfianza, como quien estira el cuello para ver lo que hay tras una esquina, aquel objeto carnoso que Dios había traído pare él.
   —¡Es para follar, hombre! —aclaró Dios.
   Adán pareció captarlo a la primera y su expresión se tornó en una sonrisa de satisfacción.
   —¿Y la cabra?
   —¡Ni cabra ni cabro! ¡eso está mal! —enfureciose Dios, aunque al momento reflexionó para sus adentros— Oh, claro, él aun no comprende el bien y el mal. 

Está comprobado que esta imagen desagrada al  99% del publico femenino


—A partir de ahora solo mujeres —Siguió Dios—. Te gustará, ya lo creo, pero no creas que va a ser tan fácil. Va a haber reglas.
   —¿Reglas?
   —Si, te explico —Dios se arremangó y explicó gestualmente—. Solo vale hacer la postura del misionero, así. Y solo se vale hacerlo para tener hijos. Y nada de trucos porque estaré siempre mirando. Tras los arbustos.
   —¿Hijos? —dijo Adán, un tanto preocupado ante la nueva perspectiva.
   —Si, ya verás, son la alegría de la huerta. Y hablando de huertas, ya sabes que nunca os faltará de nada aquí en este maravilloso jardín donde os he soltado, para que viváis por siempre. Así que nada, id y henchid la Tierra con el fruto de vuestra simiente, que lo estaréis deseando, hijo.
   Y diciendo esto, Dios arreó una palmada en la nalga a Eva, que corrió cual potrillo junto a Adán.


   Adán y Eva se llegaron el uno al otro y se gustaron. Y se encendió la llama del amor. Y mientras Dios se alejaba caminando por el bosque de helechos, Adán preguntó por última vez:
   —¿Hay alguna instrucción más que deba saber?
   A lo que Dios, sin darse la vuelta respondió:
   —Muchas, hijo muchas. Sobretodo relacionadas con los fluidos, promiscuidades y demás impurezas. Pero no te preocupes ahora por eso, ya os las mandaré en su momento por escrito, junto con una caja de buenas y duras piedras...
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..


NT. Aquí se acaba el texto.