sábado, 31 de mayo de 2014

Grandes cristianos de la historia: Albert Einstein.

  Todo el mundo habrá escuchado hablar alguna vez de Albert Einstein. ¿Por qué es considerado uno de los hombres más inteligentes de la historia? ¿Qué grandes aportes hizo a la humanidad? ¿Cuáles eran sus convicciones religiosas? El artículo que sigue tratará de dar respuesta a estas y otras cuestiones acerca de la figura del genio.


Sus inicios.


Einstein a la edad de 4·10 segundos
   Albert Einstein nace en Alemania el 14 de marzo de 1879 en el seno de una familia judía. Fue tal vez la causa de que el pequeño Albert fuese un niño retraído y con problemas para expresarse. No empezó a hablar hasta la edad de los tres años.
   La historia de Einstein da verdadero comienzo al ingresar en la escuela católica de primaria de Munich. Es allí, bajo la inspiración de Jesucristo Nuestro Señor, donde sus sentidos se despiertan y aventaja al resto de alumnos.
   Existe el rumor de que Einstein en su juventud fue un mal estudiante. Esta afirmación es una verdad a medias, puesto que era superdotado para el cálculo. En cambio sus discutibles calificaciones en materia de letras se debían al escaso interés que estas asignaturas despertaban en él. Sin embargo, la fuerza de su genio abarcaba todos los campos del saber, así lo demuestra la respuesta que Einstein dio a las provocaciones de un profesor ateo:

  
  En la escuela secundaria de Arau, un profesor se sentó sobre la mesa y retó neciamente a sus alumnos con la siguiente pregunta:
  —¿No es verdad que Dios creó todo lo que existe?
  Los alumnos contestaron al unísono:
  —Sí, Dios creó todo lo que existe.
  El profesor esperaba regocijado esa respuesta, así que atacó con la siguiente afirmación:
  —Puesto que Dios creó todo cuanto existe, entonces también creó el mal. Y quien hace el mal es malvado, así concluimos que Dios es malvado por la consecuencia de sus actos.
  Todos los alumnos se quedaron en silencio sin saber qué decir o qué pensar.
  Pero entonces Albert Einstein levantó su mano y pidió respetuosamente la palabra.
  —Perdón, profesor, ¿existe el frío?
  —¿Eres estúpido, chico? Claro que existe el frío. ¿Acaso no has sentido frío alguna vez?
  —De hecho, profesor, el frío no existe. Los cuerpos solo pueden tener calor en mayor o menor medida, pues el calor se define como la energía producida por la vibración de las moléculas de un cuerpo. Lo que usted llama frío tan solo es ausencia de calor. Hemos inventado esa palabra para describir lo que sentimos en ausencia de calor.
  El profesor se quedó en silencio sin saber qué decir o qué pensar. Albert hizo una nueva pregunta.
  —Profesor, ¿existe el estreñimiento?
  —Eso no me lo va a discutir —exclamó airado el profesor—, yo mismo lo padezco y mi vida es un sinvivir. Hoy mismo he pasado cerca de una hora en la letrina sin ningún resultado. Por lo tanto, existe.
  —Lamento contradecirle, profesor, pero el estreñimiento tampoco existe. El cuerpo humano realiza la evacuación en mayor o menor medida. El estreñimiento se define como la ausencia de excremento. Es una palabra que hemos inventado para explicar el escaso movimiento intestinal.
  El profesor quedó atónito ante la explicación del joven sabio. Y en un último esfuerzo gritó:
  —¡Pero el mal sí existe! A diario lo vemos por todas partes en forma de ira, crímenes, guerras...
  —Lo siento profesor —finalizó Einstein—, el mal tampoco existe. Al menos no existe por sí mismo. El mal es la ausencia del bien. Es una palabra que el hombre inventó para definir la ausencia de Dios. Dios no creó el mal, sino que el mal es el resultado de la ausencia de Dios en los corazones de los seres humanos. Es igual a lo que ocurre con el frío cuando no hay calor o con el estreñimiento cuando no hay fibra en nuestra dieta.
  A continuación, Albert Einstein se persignó ante la total desolación del profesor.
  Y rezó por su alma.


Teoría de la relatividad. ¿Qué es?


Maquinistas discutiendo sobre relatividad.
La culpa es diferente dependiendo del observador.
   Tras este episodio, Albert Einstein se traslada a Suiza, donde finaliza sus estudios universitarios y obtiene el doctorado. En 1905 publica varios trabajos donde desarrolla su teoría de la relatividad, lo que le haría posteriormente merecedor del Premio Nobel. Esta teoría supone una nueva forma de entender el mundo.
   Usted se estará preguntando si es correcto tratar de entender el mundo de otra forma que no sea a través de la Palabra de Dios. La respuesta está en la relatividad. 


   Trataremos de explicarlo de una forma asequible y alejada de tecnicismos:
   Probablemente usted se habrá encontrado alguna vez en una situación similar a ésta: se sube en un tren de la estación. De pronto, desde su ventana ve cómo el expreso que estaba inmóvil en la vía contigua comienza a moverse, pero por unos momentos, se ve incapaz de determinar si realmente es el expreso el que inicia el movimiento en sentido contrario o es su propio tren el que se mueve dejando al expreso atrás. Sólo cuando observamos el paisaje, la estación y las vías descubrimos cuál de los dos trenes ha iniciado el viaje.
   Pero si esta situación se diese en la negrura del espacio sin ningún paisaje de referencia en el que apoyarse, ¿cómo sabríamos cuál de los dos trenes es el que se mueve? Se dice entonces que el movimiento es relativo, porque ha de expresarse respecto a un observador situado en un punto de referencia.

   «Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró».
(Josue 10: 12-13)
   Dicen algunos necios que el sol permanece inmóvil y es la Tierra la que gira a su alrededor. Dicen que por lo tanto el sol no pudo detenerse en el cielo y que la Biblia miente. Quien diga algo así es porque no conoce la relatividad. Albert Einstein dijo: "Visto por un observador situado en la Tierra, el sol efectúa un arco en el cielo desde la salida hasta la puesta. Una interrupción en el movimiento de rotación terrestre equivale para ese observador a una interrupción en el arco que describe el sol".


Relatividad y dilatación del tiempo.


   El tiempo es una magnitud con la que medimos la duración de los acontecimientos. Lo natural es pensar que entre dos sucesos A y B transcurre una cantidad de tiempo invariable, pero Einstein demostró matemáticamente que el tiempo también es relativo al observador.
   Un ejemplo concreto es cuando usted acude a petición de su pareja a un concierto de ópera u otro evento que no es de su agrado. Usted sentirá cómo el tiempo fluye más despacio mientras se revuelve incómodo en la butaca, en cambio para su acompañante todo ha sucedido en un abrir de ojos.
   «Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día».(2 Pedro 3:8) 
   Seguramente usted ha tenido que sincronizar su reloj en muchas ocasiones. Si su reloj atrasa es porque se está alejando de Dios, mientras que si su reloj adelanta significa que su espíritu está en el camino de Dios. Esto se expresa mediante la fórmula matemática E=MC²  donde Dios representa un Infinito teóricamente inalcanzable.



Citas célebres de Albert Einstein

«Intente penetrar con nuestros medios limitados en los secretos de la naturaleza y encontrará que más allá de todas las leyes discernibles y sus conexiones, permanece algo sutil, intangible, inexplicable. [...] Soy, de hecho, religioso».
«Incuestionablemente,  nadie puede leer los evangelios sin sentir la presencia real de Jesús. Su personalidad palpita en cada palabra». 

Aquel que ha aprendido a orar, ha aprendido el más grande secreto 
de una vida santa y feliz
«Pon tu mano en un horno caliente durante un minuto y te parecerá una hora. Siéntate junto a una chica preciosa durante una hora y te parecerá un minuto. ESO es la relatividad. La gravitación no puede ser la causa de que la gente se enamore».
«La vida de un hombre sin religión no tiene sentido; y no sólo lo convierte en un desdichado, sino en un ser incapaz de vivir».
«Si los creyentes de las diferentes religiones actuales se esforzaran en pensar, juzgar y actuar con el espíritu de los fundadores de tales religiones (Jesús) , entonces no existiría la hostilidad basada en la fe que se da entre esos creyentes».
«Dios no juega a los dados».
«Hay gente que dice que no hay Dios, pero lo que realmente me enfada es que me citan para apoyar su punto de vista».
«Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la Fe».
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jueves, 3 de octubre de 2013

La causa incausada

   Al  pie de las Montañas del Azor se encuentra el apacible pueblo de Rocaburgo, donde el aire es puro y la vida transcurre sin sobresaltos. El pueblo debe su nombre a la imponente roca que coronaba el Pico Rocaburgo desde tiempos inmemoriables, hasta que en una de esas mañanas primaverales en las que las abejas zumban de flor en flor bajo un soleado cielo azul, la roca dejó la cima del Pico Rocaburgo para pasar a coronar la cabeza del caballo de Pascual.
   Era casi la hora de comer pero aquel hecho excepcional bien valía romper la rutina, así que todo el mundo acudió al lugar para ver qué había pasado. Y allí en el verde prado estaba la gran roca bajo la cual sobresalían las patas traseras del animal. Pascual mascullaba y arremetía furiosas patadas a la piedra, así que algunos le aconsejaron que obrase juiciosamente. Y es que las gentes de Rocaburgo son conocidas por su buen juicio y criterio, aunque el objeto de su verdadera fama sean sus empanadas de nuez. Es por eso que a la tarde del mismo día se convocó una asamblea general en la plaza.





   El señor burgomaestre abrió la sesión con su habitual "damas y caballeros" y toda la ceremonia propia de un asunto importante. Y en realidad lo era, pues ante los rostros de preocupación de los vecinos se barajaba quién de entre todos ellos había empujado la gran roca, privando así al pueblo de su glorioso monumento, y al señor Pascual de su caballo (como él mismo hizo añadir al acta).

   El señor alguacil aseguró que ningún extraño había entrado en el pueblo. El de alguacil era un cargo honorífico, la única fuerza del orden público nunca había tenido ocasión de entrar en acción para mantener el orden, ya que como todo el mundo sabe, las gentes de Rocaburgo son conocidas por su buen juicio y criterio.
   Luego habló el señor maestro e hizo notar que ningún niño había faltado esa mañana a la escuela.
   La señora lavandera señaló a las mujeres que habían estado lavando en la orilla del río.
   El señor leñador dio parte de todos sus hombres.
   Y así, todos los habitantes del pueblo dieron constancia los unos de los otros de manera que todo el mundo quedó libre de sospecha.
   Finalmente, el comité de investigación llegó jadeando de su labor de prospección. Eran el señor cazador y el señor alpinista.
   —Nadie ha estado escalando el pico —dijo el alpinista.
   —No hay rastro de huellas —dijo el cazador.

   ¿Quién había pues empujado la roca que desde tiempos inmemoriables había permanecido impasible en la cima del Pico de Rocaburgo? ¿Sería posible que hubiese rodado sin que nadie lo causase? La gente estaba confundida y no sabía que pensar, todos miraban de reojo al anciano, que era reconocido hombre de sabiduría. Hasta que finalmente éste dijo muy pausadamente con un hilo de voz.
   —La roca, ha saltado, por su propia, voluntad.
   Todos aplaudieron unánimemente ante el veredicto. Y tras el aplauso ya nadie tenía dudas de que la roca había saltado por su propia voluntad.

...

   Pascual estaba desolado y la empanada que estaba masticando le sabía amarga.
   —Pues vaya casualidad caer encima de mi pobre caballo —dijo con la boca llena de nuez.
   —No, querido amigo —repuso el señor maestro, que no podía evitar refutar a todo el mundo—, piense usted en la cantidad de caballos que hay en la galaxia. Al menos chorrocientos millones. Y al menos otros tantos chorrocientos millones de rocas. Las probabilidades de que ese caballo en concreto estuviera en las coordenadas exactas, justo en el momento preciso en que la roca trazó una complicada trayectoria matemática desde la cima del pico son de... una entre 10 elevado a tropecientos. ¡Demasiada casualidad! —añadió con aire triunfal.
   Algunos vecinos se rascaron sus cabezas con gesto de no comprender.
   —Quiero decir, cuando las probabilidades son de una entre 10 elevado a tropecientos se considera que las probabilidades son igual a cero.
   Más rascamientos y miradas perdidas de los presentes.
   —La roca, saltó, sobre el caballo, de Pascual, por algún, motivo, concreto. No fue casualidad —se vio obligado a aclarar el anciano. Y todos volvieron a aplaudir la nueva conclusión.
¿Pero... por qué motivo había pues saltado por su propia voluntad la roca que desde tiempos inmemoriables había permanecido impasible en la cima del Pico de Rocaburgo?


...

   —Maldita roca, ¿por qué tuviste que saltar sobre mi caballo?
   —No digas eso, la gran roca es el símbolo de Rocaburgo —dijo el señor escultor.
   —Pues yo digo que malditas rocas, atascan el arado cada dos por tres —dijo el señor labrador.
   —Tonterías, la roca es buena, con ella hacemos nuestras viviendas —dijo el señor cantero.
   Y en estas estaban cuando el anciano se levantó y exclamó Eureka.
   —Ya sé, porque la roca se nos ha revelado.
   La expectación era máxima y el anciano prosiguió.
   —Usted, señor escultor, se dedica, a romper,  rocas.
   —Sí, pero para darle bellas formas —protestó el escultor.
   —¿Le gustaría, a usted, que yo, le diera, bella forma, con un, cincel?
   —Claro que no, pero....
—Y usted —prosiguió el anciano señalando al señor labrador—, que remueve, las rocas, de la tierra, al mismo, tiempo, que las maldice.
   —¡Y malditas sean todas ellas, porque atascan el arado! —refunfuñó el labrador.
   —Y usted, señor cantero. Usted, y su dinamita...
   El señor cantero se sintió avergonzado de haber dinamitado otras rocas. Y el señor minero allí presente, que aun no había abierto la boca, se escondió un poquito entre la gente.
   —Así pues —finalizó el anciano—, hemos profanado, la roca, hemos lacerado, la roca, hemos maldecido, la roca. Y la roca, ha respondido.
   Otro magnífico aplauso general siguió a las palabras del anciano, convirtiéndolas una vez más en realidad. Pero Pascual seguía sin estar conforme y por último dijo:
   —¿Y que culpa tiene mi caballo de todo esto? ¿Por qué la dichosa roca no saltó sobre la cabeza del señor cantero o del señor minero? Ese si que hace atrocidades con las rocas.
   Y el señor minero, que había conseguido esconderse detrás de un puesto de empanadas,  se puso rojo como un tomate. Pero la reflexión de Pascual también tenía sentido y consiguió arrancar algún aplauso del público.



   La tarde concluyó y llegó la noche. El señor burgomaestre despidió a todas las damas y a todos los caballeros, y la gente se fue a sus casas sin tener la cosa del todo clara. ¿Había saltado la roca como represalia a los actos de los hombres? ¿O en cambio había saltado la roca para salvar a los hombres de los malvados caballos?
   Sea como fuere, quedó decretada la expulsión de todos los caballos y la prohibición de molestar a las rocas.
   El labrador tuvo que tirar con sus propias manos del arado y esquivar allá donde se topara con una piedra, al mismo tiempo que pedía disculpas. El cantero y el minero trabajaron a partir de entonces con el leñador, pues hubo mucha demanda de madera ya que todo debía ser fabricado en madera, las herramientas y utensilios, las viviendas y edificios públicos,  la rueda del molino, los adoquines de las calles, las fuentes... todo de madera.

   Y así es como el progreso llegó al apacible pueblo de Rocaburgo gracias al buen juicio y criterio de sus gentes. Y la vida siguió transcurriendo sin sobresaltos entre mañanas primaverales de soleado cielo azul, hasta que un buen día, el Gran Árbol de la plaza mayor se desplomó sobre la vaca de Tomás.
   Pero eso ya es otra historia.



jueves, 26 de julio de 2012

Palabras mágicas


   El verdugo amontonó las últimas hojas secas de maíz en la pila sobre la que el condenado esperaba su sentencia. Desde su montura y protegido por la guardia de lanceros, el Sumo Sacerdote contemplaba la ejecución.

   Entonces el sacerdote menor habló así:
   Campesino, por tu blasfemia y rebeldía te has condenado a ser purificado en la llama redentora. Tu carne y tus pecados serán consumidos en mitad de un suplicio atroz. Esta es la pena ejemplar para todos aquellos que osen blasfemar contra la voluntad de Ohrlron. Arrepiéntete, arrodíllate y jura obediencia. Deja tu blasfemia en este mundo para que así te demos una muerte instantánea con el filo de la espada.
   El condenado, castigado severamente con látigo, apenas era un amasijo de carne sangrante, pero aun así contestó con firmeza.
   —¡Nunca!

   La plebe contemplaba los acontecimientos en silencio, muy contrario a la algarabía y regocijo general acostumbrados en un  linchamiento público ordinario.

   El condenado consiguió reunir fuerzas para pronunciar un último discurso. Palabras mágicas que encenderían las llamas. Las llamas de la hoguera sin duda, pero quizá también las del corazón de un gigante llamado: el pueblo.
    —Me lo habéis quitado todo. Primero el maíz, después mis  hijos fueron forzados a servir en vuestra guerra. El año pasado fue una cosecha mala, entonces os llevasteis el ganado. Cuando me negué, mi... esposa fue... violada y muerta por esa escoria su dedo señaló hacia la soldadesca—. Ahora queréis quitarme la vida...  maldigo el día que llegasteis ¡Os maldigo a vosotros y a vuestros dioses!

   Desde la muchedumbre se dejaron escuchar algunas exclamaciones de asentimiento y juramentos ahogados. Los caballos de la guardia sintieron de algún modo la tensión en el ambiente y se movieron nerviosos, se oyeron relinchos y tintineos de metal entrechocando.



   El condenado exclamó.
   —¡Quemadme vivo! Prefiero morir de pie y con la cabeza bien alta antes que vivir un solo día más bajo  vuestra bandera. Acabad de una vez y echad mis restos a los perros si queréis, no me importa. Y tras estas últimas palabras escupió a la cara del sacerdote menor. Este dio la vuelta y se acercó hasta su amo. Las gentes sentían como suyas esas palabras y tenían un brillo amenazador en la mirada.
   —Señor, parece que el bárbaro se ha ganado el favor de la gente. Nada le conviene menos a su Señoría que una turba enfurecida. Por su seguridad le aconsejo que se retire a la fortaleza y haga traer a la guardia de palacio.


   Entonces el Sumo Sacerdote miró hacia el horizonte durante unos instantes. Después espoleó su caballo y avanzó lentamente traspasando la guardia de lanceros, continuó en solitario hasta situarse frente a la plebe. Una vez allí clavó en ellos sus fríos ojos y estuvo así un buen rato. De repente, y sin apartar la mirada de la gente, hizo un gesto con la mano al verdugo, que obediente prendió fuego a la pira. La cólera se apoderó de la muchedumbre al mismo tiempo que la hoguera hacía agonizar a la víctima entre grandes lamentos. Hoces, guadañas, tridentes y demás aperos de labranza se alzaron en mitad de gritos y empujones. En ese momento el viento cambió de dirección. Una brisa fría sopló desde el norte y una nube tapó el sol.

   El Sumo sacerdote se irguió sobre su caballo en toda su estatura y alzando su mano enjoyada anunció con voz atronadora, para que todo el mundo pudiera escuchar:
   <<¿Quiénes somos todos nosotros sino insignificantes gusanos frente a Ohrlon? ¿Qué es la vida sino un suspiro? Gentes del pueblo del Maíz, hoy todos nosotros hemos hecho la voluntad de Ohrlron. Este hombre rabioso fue detenido por violar la voluntad de Ohrlron, así está escrito en el libro de la Vida. Este hombre rabioso fue poseído por demonios que le hicieron perder la cabeza y administrar mal su hacienda, cayendo en la ruina, el odio y la rabia. Abrazad a Ohrlron y no a los demonios que harán que administréis mal vuestra hacienda y caigáis en la ruina, el odio y la rabia. Abrazad a Ohrlon y Él os sabrá recompensar a su debido momento, pues Ohron es sabio y es justo>>.


   La muchedumbre escuchó en silencio, pero aun con las armas en alto, por lo que el Sumo Sacerdote finalizó así:

   <<Ohrlron premia a quienes siguen su voluntad y castiga a los demonios, sus enemigos y a quienes ayudan a sus enemigos. Pero no un castigo rápido en este mundo, sino un castigo eterno en el más allá. Este pobre infeliz eligió la muerte y la desdicha antes que la vida y la dicha bajo la gracia de Ohrlron. La muerte en la hoguera solo es el puente que conduce al reino de las Tinieblas. Allí no brilla el sol, no hay agua, ni mujeres, ni momento alguno de alegría. Este hombre rabioso ha muerto aquí con la cabeza alta, pero vivirá para siempre en el más allá bajo el peso de una gran roca. El pueblo del Maiz no teme perder la vida y eso agrada a Ohrlron. Pero imaginad... comparad el tiempo de la vida de un hombre frente a la inmensidad de lo eterno, un sufrimiento indescriptible, día tras día sin fin. Todo el que blasfeme contra Ohrlron, su alma será arrojada al foso de los demonios, donde jamás encontrará liberación>>


   El carisma de Sumo Sacerdote hacía que su voz cobrase formas casi sólidas aun en la mente del menos imaginativo... entonces todos los campesinos, incluso los soldados y hasta el mismo verdugo, uno a uno, arrojaron temblando sus armas al suelo y se arrodillaron hasta el último de ellos. Desde la hoguera, el condenado dio un terrible estertor.
Y ya no gritó ni se movió más.


FIN

miércoles, 4 de enero de 2012

La crisis de Fe

Testimonio real de un ateo común y su conversión en la fe en tiempos de necesidad.


   Dicen los optimistas que en seis años volveremos a comer en platos de oro, pero aquel día la empresa en la que trabajaba tuvo que bajar la persiana definitivamente. Durante otros dos años recibí prestación por desempleo, tiempo en el que nadie me contrató. Con 53 años, toda mi vida se había reducido a ensamblar cuatro piezas en un taller y despilfarrar el dinero en alcohol, tabaco y prostitutas.

   Sin familia y desahuciado por no pagar la hipoteca, traté de recurrir a mis amigos. Comprendí que no existen los verdaderos amigos, pero preferí pensar que eran tiempos demasiado difíciles para todos. Por primera vez en la vida, como una revelación, me di cuenta de la absoluta soledad en la que siempre me había encontrado.

   No sabría decir cuanto tiempo estuve mendigando y durmiendo en mi auto, la única posesión verdadera de un hombre y la última que me quedaba. Aunque en una de sus ventanillas había pegado un letrero de SE VENDE nadie nunca se interesó, quizá por los tiempos de crisis o más bien porque su propietario, un mendigo, vivía dentro.


   Por aquel entonces un comedor católico ofrecía comida a personas como yo. Así es como un sitio me llevó a otro y acabé en una iglesia, que a todas luces era mejor que estar tirado en un portal pasando frío.
Muchas personas buscan a Dios cuando se ven desesperadas, pero yo buscaba oportunidades entre aquellas almas que se decían piadosas pero me miraban con completa repugnancia.
   Realicé durante muchas semanas todos los rituales como el mayor de los beatos, tanto por aparentar como por ver si a fuerza de intentarlo podía encontrar algo de la paz prometida. Todo aquel sitio, aquellas personas y aquel sacerdote tan solo tenían deseos de salvar mi alma tras la muerte, pero no de realizar ningún milagro para mi vida. Todo aquello apestaba y presagiaba a muerte.  Entonces, lleno de frustración, robé dineros del cepillo y escapé hacia alguna tienda para comprar vino y olvidar.



   Sentado en aquel banco con mi brick de vino en la mano, un misterioso hombre se sentó junto a mi. Era hermoso, cualidad que nunca había reconocido en otro hombre. Tenía cabello largo, barba bien recortada y sus ojos azules inspiraban bondad. De alguna manera adivinó de donde había sacado yo el dinero y con voz serena me preguntó si no sentía vergüenza por robar a la única institución que me había ayudado.
Lloré por primera vez en mucho tiempo. Arrepentido, le dije:
   — No quiero robar, ni mendigar, Yo quiero salir adelante, hacer algo por mi mismo.
Entonces él respondió algo que me dejó pensando.
   — En verdad te digo, ¿alguna vez has hecho tu algo por los demás?



   El hombre resplandeciente me ofreció  una habitación de un motel muy humilde, pero en la cual me pude asear decentemente y dormir aquella noche. Al día siguiente regresó con ropa nueva para mi.
   — ¿Es usted cristiano?— le pregunté.
   — Digamos que soy altruista.
   — Si va por ahí regalando todo, se quedará sin nada.
   — Soy altruista pero no idiota— respondió él.
    Entonces me quedé mirándolo y volví a insistir.
   —¿Quién eres?
   — Nuestros nombres tan solo son palabras. La verdad de nosotros mismos se encuentra en nuestro interior— Y como percibió la confusión en mi rostro, me confió lo siguiente.
   — No más palabras. Ten este cofre y llévalo a esta dirección. Entonces comprenderás.

   Aquel miércoles bajé con mi auto hasta  Gironda de Somonte. El GPS me llevó hasta el polígono industrial, nave 24, donde debía hacer el porte. Apenas hube pisado el suelo, la policía salió de la nada con fusiles de asalto y pensé que los perros me querían comer vivo, pero se tiraron directamente al material que llevaba en la maleta. Me tumbaron a golpes en el suelo, me esposaron y me llevaron a donde otros tipos con pinta de narcos se encontraban en mi misma situación.

[...]

   A día de hoy vivo en la cárcel de Alcantaracillo. Techo, comida caliente, gimnasio, biblioteca y un subsidio cuando salga dentro de seis años y un día. Para ese entonces, dicen los optimistas que volveremos a comer en platos de oro.

  Mientras tanto, las autoridades siguen buscando a Jesucristo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Exorcismos: qué son y cómo prevenirlos

   Uno de los mejores engaños de Satanás es hacer creer al mundo que no existe. Sin embargo él es un ser perdido por las tentaciones y de vez en cuando no puede resistirse a darse algún homenaje un tanto indiscreto: la posesión demoníaca.
   Exorcismo es el acto de expulsar la presencia demoníaca del cuerpo de la víctima mediante el poder de Jesucristo. Aquí hallará todo aquello que un buen cristiano debe saber sobre el tema, desde una perspectiva honesta y libre de tópicos.

El exorcismo es una práctica milenaria


Cómo y cuándo Satanás toma posesión de un cuerpo humano.

   Satanás casi siempre elige a mujeres como objetivo, preferiblemente jóvenes, debido a su naturaleza débil e intelecto inferior. Generalmente la víctima acostumbra a frecuentar lugares y compañías o realizar actividades que desagradan profundamente a Dios. Escuchar "música" rock, ver caricaturas japonesas, vestir deshonrosamente, bailar desinhibidamente o bailar (a secas) ... son puertas abiertas para la entrada del Demonio, es como llevar un gran cartel alzado con el texto "Satanás" en una terminal del aeropuerto.  

   Una clara evidencia que confirmó a las caricaturas japonesas como Fuente de Poder Satánico fueron los hechos sucedidos el 16 de diciembre de 1996, cuando durante la retransmisión del episodio nº36 de la serie Pokémon (Pokemón para nosotros), 685 niños japoneses fueron víctimas de una Posesión, que gracias a Dios no llegó a consumarse. Lamentablemente los dedos de Satanás son largos y el escándalo fue camuflado una vez más por la ciencia como un "ataque masivo epiléptico".
   Pero realmente Satanás no tiene mucho interés por los niños japoneses, pues ya sabe que todas las almas de esta cultura barbárica le pertenecerán ineludiblemente. Son los casos cristianos los que verdaderamente tienen importancia y los que trataremos.

Joven tras visionar un capítulo de Doraemon



 1. Primera fase
   En primer lugar la víctima comienza con unos síntomas leves, como irritabilidad continuada y aversión hacia las imágenes católicas tales como crucifijos y demás iconografía sagrada. Existen en el mundo muchas personas con tales indicios y en los que sin duda Satanás ha metido un pie con suavidad dentro de su puerta sin ellos siquiera sospecharlo.
   Es muy recomendable que en este punto y ante la menor sospecha se proceda a inspeccionar el jardín de su vivienda, pues con toda seguridad hay una estatua de Pazuzu oculta. Búsquela y destrúyala. Propóngalo a los demás como una actividad en forma de juego para evitar alarmar innecesariamente a sus familiares y vecinos.
   Es muy probable que si no encuentra la estatua de Pazuzu, la raiz del mal sean esos gnomos de jardín, figuras de yeso paganas originarias de culturas nórdicas y extrañas. Si tiene alguno, destrúyalos todos.


2. Segunda fase
   En caso de que la búsqueda sea infructuosa, con el tiempo puede dar paso la segunda fase de la posesión: vómitos y contracciones. No se moleste en acudir a un médico, solo servirá para darle más tiempo a Satanás. Llame de inmediato al pastor de su iglesia y comuníqueselo.
   Si llega a tiempo podrá cortar por lo sano el mal, por eso es tan importante que los pastores dispongan de un buen carro o una colección de ellos, además de un pickup de gama alta por si el terreno es montañoso...

   El pastor está capacitado en el nombre de Jesús para expulsar al Demonio del cuerpo, generalmente mediante un soplido y una palmada en la frente que a simple vista parece sencillo pero que requiere de una canalización de energía descomunal, por eso no es recomendable intentarlo por nuestra cuenta. Llame siempre a un pastor, para eso están. 


3. Tercera fase
   En los casos más extremos, en los que Satanás se ha mostrado más reticente a desistir, la familia de la víctima ha tardado demasiado en solicitar ayuda o la habilidad del pastor ha sido insuficiente, entraremos en la tercera fase. Aquí la voz de la víctima se torna como si se hubiera fumado un paquete de celtas sin filtro, además de entrar en un estado de encabronamiento profundo, profiriendo improperios y emitiendo todo tipo de fonemas extraños. Muchos hombres han vuelto de la taberna a las tantas de la madrugada con estos mismos síntomas pero, al ser el hombre una criatura fuerte en Dios, se le suele pasar al día siguiente con un poco de reposo e hidratación.

¿Quien podría resistirse a esto?
   Más grave aun son los estigmas y heridas que se producen sin motivo aparente en la piel, las contorsiones imposibles, fuerza sobrehumana e incluso la levitación. Finalmente la persona pierde totalmente el control sobre su ser y Satanás se manifiesta abiertamente, presentándose bajo una de sus múltiples formas.
   En este punto se hace necesaria la intervención de un sacerdote de los buenos, es decir, de los que visten de negro y llevan alzacuellos. Está comprobado que los sacerdotes ancianos, delgados y aguileños, que se peinan la cortinilla hacia un lado en un vano intento por combatir la calvicie, multiplican por diez los efectos positivos del exorcismo.




El caso de Julianne Austin

   En 1976 sucedió el exorcismo más violento y terrible de los que se tiene constancia. La joven Julianne comenzó con 16 años a sufrir extraños temblores y perder el control de su cuerpo. Inmediatamente unos doctores le diagnosticaron erroneamente con el mal de la epilepsia y la encerraron un un hospital psiquiátrico donde le suministraron todos los fármacos habidos y por haber. Pero fue entonces cuando comenzó a tener visiones demoníacas en los momentos en los que rezaba y supo así que estaba poseída por Satanás.

   Julianne fue sacada de dicha institución y llevada al hogar, donde dejó de comer, puesto que  Lucifer, Belial, Caín, Judas Iscariote, Nerón, Hitler y el párroco Fleischmann (que así se llamaban sus demonios) se lo impedían, y llegó a reducir su peso a 30 Kg.
   Su historia es realmente triste y desgarradora, llevando a sus padres a un estado de desesperación total ante el rotundo fracaso de la medicina, pero lo importante de ella es la moraleja que se desprende, puesto que cuando todo parecía perdido un hombre de Dios entró en escena. Para entonces, Julianne solía agredir a sus familiares, dormir en el suelo, gritar durante horas hasta escupir sangre, rasgarse las vestiduras y beber sus propios orines.

   Este hombre dio comienzo a una serie de sesiones de exorcismo mediante el Rituale Romanum, al menos dos por semana durante diez meses, en los que los crucifijos de la pared se volteaban y los cristales de las ventanas se rompían. No hay mucho más que contar acerca del proceso, pues este método consiste en desgastar psicológicamente al Maligno mediante la monotonía de la recitada letanía.

   Finalmente, el 1 de Junio de 1976, toda presencia demoníaca abandona el cuerpo de Julianne. El milagro se había realizado. Cuando quisieron dar gracias a aquel hombre, él dijo "No me las den a mi, dénselas a Jesús Cristo" Entonces tomó su maletín, se puso su sombrero y abandonó la casa. Todos vieron como se alejaba por la calle, perdiéndose en la lejanía envuelto en una aureola de luz.

   Aquel hombre se llamaba Albert Einstein.



Resumen de enseñanzas
  • Frecuente lugares cristianos, practique únicamente actividades sanas y vista adecuadamente.
  • Destruya todos los ídolos que procedan de paises orientales. Si su rosario es Made in Taiwan consultelo primero con su pastor.
  • Asegúrese que su pastor tenga un vehículo veloz y con cromados.
  • No se fíe de la medicina, es un engaño. La verdadera curación está en la fe.
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